“En este momento, perder el smartphone es lo más parecido a sufrir un ictus cerebral”. Esta
afirmación, dicha por un neurocientífico, debe darnos que pensar. Las nuevas tecnologías de la información (TIC) ofrecen gigantescas
posibilidades, pero la rapidez con que se han implantado, y la profundidad con
que han cambiado nuestra vida social, laboral y económica nos han
impedido comprender bien sus efectos. Por ejemplo, están transformando el modo como gestionamos
nuestro propio cerebro.
Las tecnologías TIC nos han
afectado a nuestro cerebro de manera muy abusiva, además han cambiado las
maneras de aprendizaje y en los elementos de la escritura. En estos casos
pueden suponer muchas ventajas. Sin embargo, esta comodidad de tener tanta información
a mano nos ha producido que perdamos la ilusión de obtener nuevos conocimientos.
Las TIC están transformando
el modo en el que gestionamos nuestro cerebro. La rapidez con que se han
implantado, y la profundidad con que han cambiado nuestra vida social,
laboral y económica nos han impedido comprender bien sus efectos.
En el mundo emocional
sucede lo mismo. Nos permite estar siempre socialmente conectados, pero a través de
un medio virtual. Las relaciones presenciales comienzan a hacerse pesadas,
complejas, e incomprensibles. En el
mundo emocional sucede lo mismo. Nos permite estar siempre socialmente conectados, pero a través de
un medio virtual. Las relaciones presenciales comienzan a hacerse pesadas,
complejas, e incomprensibles.
Tenemos que tener claro que el uso de estas tecnologías nos pueden favorecer, pero tenemos que ser cocientes que tenemos que depender menos de ellas.
Tenemos que tener claro que el uso de estas tecnologías nos pueden favorecer, pero tenemos que ser cocientes que tenemos que depender menos de ellas.
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